El argumento de Inmortales emplea una densa sopa de mitología griega para contarnos la historia de Theseus (Henry Cavill), un virtuoso y valiente hombre involucrado accidentalmente (¿o será voluntad divina?) en la cruzada del maniático Rey Hyperion (Mickey Rourke), quien pretende liberar a los Titanes de su eterna prisión bajo el Monte Tartarus para que eliminen a los Dioses del Olimpo, sus enemigos mortales (o, mejor dicho, inmortales, jo, jo). Y si Hyperion logra capturar en el caos de la batalla una poderosa arma que le permitirá dominar el mundo, pues qué mejor.
Asumo que cuando Tarsem Singh vio 300 la tomó como una afrenta personal y un reto para superarla en todos sentidos. Y eso es lo que intentó con Inmortales... otro refrito del género "peplum" (también conocido como "cine de sandalias y espadas") filtrado a través de una sensibilidad hiper-artística y rebuscada, que no quedó satisfecha hasta que cada pixel de la pantalla fuera opulentamente sobre-diseñado (en color dorado, de preferencia), y cada pelea fuera elegantemente coreografiada en cámara lenta, con mórbida atención a cada chorro de sangre y a cada músculo de los varoniles guerreros griegos que, en distintas circunstancias, no estarían fuera de lugar como "backup dancers" en algún aparatoso video de Lady Gaga.
En lo que respecta a la historia, podemos esperar las habituales fórmulas empleadas como un fin por sí mismas, y no como herramientas para contar una historia coherente. Desafortunadamente Singh muestra tan poco interés en el desarrollo de los personajes que hasta los más rimbombantes clichés se sienten blandos y carentes de energía, ya sea la pelea inicial entre Theseus y los soldados (para demostrar que es un tipo sensible, pero sabe defenderse cuando insultan a su mamá), o los trémulos monólogos de Hyperion, tan ridículamente solemnes y confusos que sus víctimas seguramente dan gracias cuando el obsesionado rey finalmente se digna matarlos. Por cierto, me temo que este no es el Mickey Rourke de The Wrestler, sino el bizarro hermano gemelo que vimos fuera de control en Iron Man 2 y Domino.
Y ya que estoy quejándome de los actores, necesito expresar mi temor por el papel (o papelón) que hará Henry Cavill como Superman en un par de años. Sin duda tiene rostro esculpido en granito y cuerpo de atleta griego... pero, caray, hasta en las más intensas escenas parece un recorte de cartón, incapaz de transmitir sus emociones al espectador (esperen a ver su discurso inspirador antes de la gran batalla... ¿"Pelearemos por los niños"? Sparta, tenemos un problema). Sinceramente espero que Zack Snyder sepa lo que está haciendo. En fin, volviendo al punto, el resto del elenco de Inmortales (con la posible excepción de John Hurt) se limita a repetir sus líneas y servir como maniquíes vivientes para lucir los caprichos de alta costura de Singh, quien prefiere usar el cuerpo humano como elemento de diseño, y no como vehículo de personajes con los que pudiéramos identificarnos.
Sin embargo, como dije al principio, el derroche de estilo en Inmortales es tan abrumador y la acción tan sangrienta que podría distraernos durante casi dos horas, siempre y cuando nuestro cerebro coopere y abandone la esperanza de ser estimulado por una historia interesante. Entonces, si les parece atractiva la idea de ver una película que combina a Frank Frazetta con el más extravagante “pictorial” de Vanity Fair, vean Inmortales, y quizás terminarán apreciando sus virtudes superficiales. Solo recomiendo llevar al cine algo para leer durante los tediosos diálogos. Excepto lo de Mickey Rourke... esos son el "comic relief" y no hay que perdérselos.
Fuente: http://imagenennegativo.blogspot.com/2011/12/inmortales-immortals.html