miércoles, 16 de mayo de 2012

Albert Nobbs

Albert Nobbs" es una película para que su protagonista Glenn Close se luzca, ya que presenta una historia muy simple, contada de manera tradicional, sin la emoción ni la fuerza argumental como para movilizar al espectador, y con un guión indiferente y poco profundo, pero con un trabajo actoral maravilloso.
La historia se centra en una mujer que, desde chica, decidió vestirse y llamarse como un hombre para poder sobrevivir a las dificultades de la época. Ella trabaja de mayordomo en un prestigioso Hotel, en el que va a descubrir que no solo hay otras personas como ella en la ciudad, sino que se puede seguir viviendo en un mundo de mentiras en el cuerpo de un hombre. Es así, como va a intentar hacer realidad su sueño: dejar el trabajo forzoso y tener su negocio propio.

 En esta película se pueden ver claras diferencias entre el guión y la parte técnica. La historia se introduce con una prometedora escena en la que se marcan instantáneamente los diferentes poderes de los personajes, presentando a un formal, delicado y detallista Albert Nobbs, a cada una de las mucamas y personas que forman parte del servicio del Hotel, y a los residentes y propietarios de lugar. Una secuencia muy bien lograda que presenta a los personajes de manera decidida y sin tardar en mostrar las expresiones que momentos después los van a ir identificando. Luego de esto, la propuesta gira entorno a la figura protagonista, a cómo va guardando dinero para cumplir un sueño, a cómo conoce a una persona con una historia de vida similar a la suya, y a cómo trata de enamorar a una de las mucamas del Hotel. Esta es una narración triste y algo depresiva, que intenta plasmar una situación social fuerte, discriminadora y vergonzosa, pero que en ningún momento logra crear la intensidad ni el sentimiento propio que la misma se merece. Son muy pocos los momentos dramáticos bien logrados, pese a que la historia posee varias situaciones de ese estilo; son insuficientes los diálogos para lograr entender a la protagonista, a su decisión de vida y a la obsesión que cerca de la mitad de duración comienza a expresar; y es frío, poco sentido y superficial el resultado final que el relato deja en su conclusión. Una historia muy interesante, que no logra aprovechar la premisa central que expone.
 Si bien el guión no posee la fuerza como para crear un relato que destaque y acompañe el trabajo de los actores y de los técnicos, la labor realizada por cada una de las partes es muy bueno. El vestuario es impecable, no solo en la prolijidad y formalidad que cada una de las elecciones va presentando, sino porque son muchos los momentos en los que la belleza visual está centralizada en los diferentes trajes de los personajes, así como también expresan un estilo de vida y los pensamientos propios de ellos. La fotografía es hermosa y, jugando con los primeros planos, los generales y los planos medios, la cinta va mostrando visualmente lo necesario de manera muy medida. A su vez, el diseño artístico presenta una calidad asombrosa, los colores utilizados, casi siempre en tonos grisáceos y marrones, ayudan a que la tristeza aparezca en escena. La banda de sonido, pieza fundamental para la creación de climas, es muy buena, principalmente en los minutos finales cuando aparece el tema "Lay Your Head Down", intepretado por Sinead O'Connor.

 Pero la característica más importante y el principal atractivo de la cinta se presenta en el trabajo realizado por Glenn Close en el papel protagónico. Su interpretación masculina, además de ser única y muy bien lograda, desarrolla matices que continuamente se interponen con la sencillez del guión. Su trabajo es excelente, la expresión de su rostro, las miradas, esa obsesión que su rol presenta en cierto momento, el amor y esa escena en la que se viste de mujer, momentos, características y emociones que poco a poco van aflorando en el personaje y que conforman una impecable y muy original labor por parte de la actriz. Quienes la acompañan, sin tener el mismo nivel de virtuosismo, están correctas. Janet McTeer (Mr Page) es quien desarrolla el mejor rol secundario, al brindarle esa seguridad faltante en el personaje protagónico; Mia Wasikowska está muy bien, le aporta dulzura y un poco de inocencia a su rol; mientras que Aaron Johnson (Joe) no desentona y proporciona un buen trabajo (muy bien en las escenas finales).

"Albert Nobbs" está lejos de ser una gran película. Es una propuesta para ver en acción a una Glenn Close inspirada, con la calidad actoral propia de sus mejores interpretaciones y encarnando a un complicado, original y particular hombre. Una cinta correcta, con un guión que no se destaca, que no aprovecha la temática para emocionar, o para expresar matices profundos y diferentes. Un film interesante, bien logrado visual, musical y actoralmente, pero con una historia sencilla y deslucida

http://www.mmcriticas.com.ar/2011/11/albert-nobbs.html

Cine Clasico - Cherry 2000

Hay títulos que nadie ha visto, y Cherry 2000 es uno de ellos. Este filme de Steve De Jarnatt (el mismo de Miracle Mile) reune condiciones de sobra para ser una joya de culto - el argumento es original y delirante, la dirección y los diálogos son muy buenos, y hay un puñado de escenas memorables -. Nadie dice que Cherry 2000 sea un clásico, pero es injusto que haya quedado en el olvido.

Después del éxito de Terminator (1984) los robots se pusieron de moda; y luego de Mad Max 2 (1981) pasó lo mismo con los futuros post apocalipticos y las road movies. Cherry 2000 es una mezcla de ambos géneros, con la diferencia de que no está muy interesada en las escenas de acción - que las hay y son competentes aunque no excitantes -, sino que prefiere utilizar la premisa para despacharse con una sátira sobre la sociedad de finales de los 80.

Acá el protagonista es un exitoso profesional que prefiere tener relaciones sexuales con un androide antes de probar suerte con una mujer de carne y hueso. El tema es que las mujeres se han puesto bravísimas en todo sentido - por ejemplo, para poder seducir a una mujer un hombre debe mostrarle el registro en video de sus últimos encuentros sexuales, y llegar a un acuerdo (abogado mediante) de la cantidad y tipo de encuentros y prácticas sexuales que ejecutarán... si es que llegan a ir a la cama esa noche! -, con lo cual las relaciones románticas prácticamente han dejado de existir. Como en una noche de pasión la esclava sexual electrónica se le rompe, nuestro héroe se ve obligado a buscar un reemplazo... el cual sólo puede hallarse en una fábrica abandonada que se encuentra en medio de una zona postapocaliptica. Al libreto le importa un pepino intentar dar algún tipo de explicación sobre la mayoría de las situaciones - ¿por qué dejaron de fabricar los robots sexuales si todo el mundo los usa?; ¿cómo es que se reproduce la gente si practicamente nadie vive en pareja?; ¿que pasó que la mitad del planeta está sumida en los restos de lo que parece haber sido una guerra nuclear? -, con lo cual éstas terminan existiendo per se. El protagonista debe meterse en territorio desconocido y, como es lógico, precisa un guía. La persona en cuestión resulta ser Melanie Griffith - más bonita que nunca, aunque hace 25 años era tan incapaz de actuar como lo es ahora -, quien termina por convertirse en el cantado interés romántico del héroe.

Lo que sigue no es mas que un western transplantado de manera más que decente a un entorno futurista. Lo que resulta increíble es lo bien escrita que está la película, la que tenía oportunidades de sobra para desmadrarse en cualquier momento. No sólo la relación entre los protagonistas es humana y real, sino que tiene su cuota de momentos emocionantes. Hasta una tontería monumental como la relación del protagonista con su robot - o con el chip de memoria de éste, el cual activa a cada momento para volver a escuchar su voz - está desarrollada con gran calidad.
Pero las palmas del filme se la lleva Tim Thomerson como el villano de turno. Acá los malos no son más que una pandilla de tipos de clase media que no quieren que nadie les arruine las parrilladas de los domingos y los picnics de fin de semana. El personaje de Thomerson es tan amigable y corriente que resulta memorable por la sencillez de sus propósitos. Simplemente el tipo no quiere que nadie lo moleste en su rancho.

Cherry 2000 es una agradable sorpresa. No se deje engañar por el poster berreta ni por la terrible descripción de la caja de video; aquí hay una buena película y una muy disfrutable.

Fuentehttp://www.sssm.com.ar/arlequin/cherry-2000.html

The woman in black - La dama de negro

Mucho se especuló sobre la elección de Daniel Radcliffe para protagonizar la adaptación al cine de la clásica novela de Susan Hill: 'La Dama de Negro' (The Woman in Black); sobre todo por el papel tan mundialmente conocido que interpretó por casi una década, el joven mago Harry Potter. Los críticos comparan el trabajo del actor entre la saga que le llevó al éxito con ésta cinta de suspenso, en donde la mayoría de las ocasiones sale victorioso; sin embargo soy de la opinión que se crítica de acuerdo a lo visto en pantalla y no en lo realizado producciones atrás.

 Si la pregunta es ¿Radcliffe logra safarse por completo del estereotipo Pottérico?, la respuesta más concreta sería sí, de hecho lo único que podría traer a colación el tema, serían los recuerdos que tenemos de ver ese rostro en la piel del joven mago. Radcliffe logra transmitir la madurez y el vacío interno de su personaje desde los primeros minutos del metraje y así nos presenta al abogado Arthur Kipps, un hombre que con el fin de solucionar la venta de una maldecida casa se topa con una terrorífica leyenda que lo involucrará desde el momento que pisa tierras desconocidas. A veces, tal vez lo raro es verle como padre de un niño de 4 años, sin embargo nada que conforme avanzan los cuadros no se pueda olvidar con facilidad.

fuente: http://www.tucinevip.com/2012/02/critica-la-dama-de-negro-el-vinculo.html

 Ambientada en la época victoriana, se nos comprueba que a veces los elementos más básicos como un tren o un simple carruaje pueden funcionar para situarnos en el tiempo. La fotografía es excelente en primera instancia, y nos remonta a una solitaria casa rodeada de mar y pántanos que nos recuerda las clásicas y a veces olvidadas cintas de terror que causaban estragos en las nuevas generaciones. Un matiz bastante agradable lleno de grises y negros que realzan la carga de suspenso y terror de la cinta.

 'La Dama de Negro' recurre a elementos que hicieron famosos muchos filmes: neblina, muñecos de porcelana, sillas moviéndose y estrepitosos ruidos; aunque ésto efectivamente funcionó por muchos años hace ya unas décadas, lamentablemente y con la cantidad de cintas contemporáneas del género, el metraje resulta de cierta manera predecible. Existen momentos que sí se sienten muy a lo 'cliché', sin embargo como ya mencionamos se deteca esa esencia que caracterizó el terror en los 80's.

 La trama por donde se vea es bastante lineal, no queda por ejemplo aquel suspenso ramificado de 'La Chica del Dragón Tatuado', ni las complicaciones de una cinta de suspenso de Roman Polanski, pero si se valora el hecho de no enredar al espectador con escenas sin sentido o que indirectamente no aporten nada. James Watkins de algún modo nos transmite sensaciones que algunos ya habíamos olvidado y creímos muertas, sin embargo sucede algo entre las líneas del guión que no permiten que al final, todo termine de cuajar.

The Devil's Double - El Doble del Diablo


Latif Yahia hace tiempo escribió un libro en el cual se basó esta película en la cual el protagonista son él y Uday Hussein, y como lo indica su apellido es el hijo de Saddam Hussein. Todo está ambientado en la época en la que justo Irak le declara la guerra a Kuwait por los territorios del petróleo, y en esos momentos se usaban los dobles de Saddam como de su hijo para que estén en muchos lados con el motivo de confundir a sus agresores.
Dado que Uday tiene muchos problemas mentales los cuales lo hacen un monstruo (no tiene piedad de nadie, es un sexópata, drogadicto y bipolar) decide contratar a la fuerza a un conocido de su infancia muy parecido a él. El problema es que cuando Latif Yahia a la fuerza acepta vivir la vida del hijo del presidente, empieza a ver la cruda realidad detrás de los muros del palacio y también fuera de ellos.
De a poco la moral empieza a carcomer la cabeza de Latif, y con el comienzo de la guerra deberá empezar a tomar decisiones que lo pondrán en riesgo de muerte a él, su enamorada y sus seres queridos.
La película es muy original y es cruel, pero la verdad que pinta un panorama al cual no estaba acostumbrado por mas que uno sepa que los dictadores y sus descendientes generalmente tienen varios problemas con las leyes que ellos no apliquen. Hay escenas muy crudas y violentas, pero creo que agregan un toque especial y lamentable a la película. Mi puntaje es un 7, creo que es para mirar y sacar conclusiones. La película es dirigida por Lee Tamahori y dura 109 minutos.

domingo, 11 de marzo de 2012

Los 3 Mosqueteros













Ser fiel para ser rompedor. Esa es la filosofía que impulsó en su momento al Sherlock Holmes de Guy Ritchie. Se basaba en volver a ciertos elementos clásicos de la novela que habían sido desestimados por sus adaptaciones cinematográficas para crear una versión totalmente distinta a lo visto hasta ahora. Por ejemplo, el Dartagnan interpretado por un Logan Lerman de dieciocho años es mucho más fiel a la edad del protagonista de la novela original que el Gene Kelly de la versión de 1948 quien le dió vida justo con el doble de esa edad. No es un demérito del clásico filme de George Sidney, pero sí un detalle a tener en cuenta. Pero al igual que en el caso de la película de Ritchie, se opta por una versión en la que la acción y la espectacularidad tienen el protagonismo más absoluto.

No quiere decir esto que se traicione de forma irreversible la esencia de la novela. Hay cierta preocupación por parte de Paul W.S. Anderson por no ser excesivamente rompedor en los primeros compases de la historia del joven Gascón. El espíritu de cada personaje sigue estando presente en el fondo, aunque la forma haya cambiado. Y vaya si lo ha hecho. Los combates con espada casi parecen extraídos de películas de artes marciales, y no sólo aparecen combates navales, sino que estos se tornan aéreos con artefactos que bien podrían haber sido extraídos de la imaginación de otro clásico como Julio Verne.

Pero, olvidando la fuente y centrándonos en lo que nos da la película, “Los Tres Mosqueteros 3D” resulta ser, aún con ciertos reparos, un entretenimiento muy digno.

Dotado de un buen 3D, en el que Anderson no se maneja nada mal, esta versión deja caer sus minutos de duración de forma suave y sin resultar aburrida. A ello contribuye un ritmo rápido y en el que no dejan de pasar acontecimientos que mantienen el interés de forma sostenida sin grandes escenas impactantes, pero también sin altibajos.

En el apartado de “peros” antes citados resplandece el desigual casting del filme. Junto con auténticos aciertos (Christoph Waltz es un estupendo y acertado Richelieu, así como los adecuados Matthew McFadyen y Logan Lerman) encontramos auténticos patinazos como una excesivamente angulosa Milla Jovovich con un físico demasiado rotundo para el personaje de Milady de Winter o un irritante Freddie Fox como el Rey Louis XIII.

Pero el balance, al llegar la última página, o en este caso los títulos de crédito, es positivo. Y eso, hoy en día, no es nada desdeñable.

Fuente: http://www.elmulticine.com/criticas2.php?orden=3330

Mi semana con Marilyn













A los veteranos que fueron amamantados con celuloide, el nombre de Marilyn Monroe les evocará una mitología en la que confluyen el talento, el magnetismo, la sensualidad y los excesos. Encarnar a una leyenda de ese calibre no es fácil, y sin embargo, la actriz Michelle Williams consigue el milagro.
Por sí sola, logra que Mi semana con Marilyn sea un biopic creíble y poderoso, y que la diva reaparezca en pantalla con una insólita verosimilitud.
En la piel de Williams, Marilyn vuelve a ser la mujer frágil, de perturbadora belleza, cuya sonrisa en Technicolor ha entrado en la eternidad.
La película de Simon Curtis nos sitúa en un momento decisivo de su biografía, cuando la actriz viaja a Londres para rodar la adaptación de una pieza teatral de Terence Rattigan, El príncipe y la corista, junto a Laurence Olivier.
Los fans de la diva saben lo que ocurrió en aquel verano de 1956.
Marilyn se instaló junto a su marido, el escritor Arthur Miller, en Parkside House, una mansión en Englefield Green. Los ensayos con Olivier y el resto del equipo comenzaron el 18 de julio, y el rodaje se prolongó entre agosto y noviembre.
La película nos detalla con gracia y verismo el ambiente que se respiraba en los Estudios Pinewood durante aquella tumultuosa filmación.
Olivier (maravillosamente interpretado por Kenneth Branagh) a duras penas puede contener la furia ante las dudas y los constantes retrasos de la estrella.
Miller (Dougray Scott) no sirve de gran ayuda –más bien lo contrario–, y la presencia de Paula Strasberg (Zoe Wanamaker) complica aún más las cosas, pues ejerce como consejera de Marilyn de acuerdo con los métodos del Actors Studio. Unos métodos que chocan con las costumbres de sus compañeros británicos.
Entre quienes ocupan el cuarto de calderas de Pinewood, destacan la mujer de Olivier, Vivien Leigh (Julia Ormond), otra estrella cuyos días de gloria ya se esfumaron, y la veterana Sybil Thorndike (una regia Judi Dench), que demuestra cariño y compasión por Marilyn cuando el resto del equipo mira el reloj y se horroriza ante las incomparecencias y retrasos de la rubia platino.
El film se inspira en dos recopilaciones de los diarios de Colin Clark: El príncipe, la corista y yo (1995) y Mi semana con Marilyn (2000). Clark tenía 23 años cuando se rodó la película de Olivier. Acababa de salir de Oxford y, en calidad de ayudante de producción, acompañó a la actriz en unos momentos cruciales (No entraré en la espinosa cuestión que muchos estarán planteándose: ¿cuenta Clark la verdad o se deja llevar por la fantasía?)
En la película, Colin Clark es interpretado con solvencia por Eddie Redmayne, quien se presenta como un muchacho inteligente y sensible, fascinado por la estrella y al mismo tiempo interesado por otra joven integrante del equipo de producción (Emma Watson).
A pesar de que no incluye alardes técnicos ni grandes desafíos narrativos, Mi semana con Marilyn es una buena película, divertida, emotiva y a ratos brillante, como suelen serlo las producciones históricas de la BBC.
Si he de buscarle un pequeño defecto, sería la obvia insistencia en el personaje de Colin Clark. Ya sé que el punto de vista elegido por el realizador viene justificado por el hecho de que Clark él sea el autor de los textos en que se basa la cinta. Pero quizá hubiera prescindido de unos cuantos planos de miradas de asombro –Clark está hechizado por la estrella–, para insistir en asuntos más interesantes. Por ejemplo, las relaciones de Marilyn con Olivier, y sobre todo, la crisis de su matrimonio con Arthur Miller.
Una crisis, por cierto, fundamental para entender la deriva posterior de la actriz.
Así, en julio de 1956, ella lee unos párrafos en el diario personal de Miller, en los que dice sentirse decepcionado por Marilyn. "Para ella –dijo posteriormente Paula Strasberg– fue terrible descubrir ese diario. La dejó muy traumatizada. Perdió mucha confianza en sí misma cuando lo leyó. La pregunta que yo me hago es: ¿por qué andaba el diario rondando por ahí? Por supuesto que todo el mundo tiene derecho a tener sus pensamientos. Pero ¿dejar el diario abierto así, sin más?"
No sé a ustedes, pero a mí este tipo de anécdotas –asimismo reflejadas en la película– me parecen mucho más interesantes que esa dudosa amistad con Marilyn que describe Clark, y que se vuelve aún más difícil de creer cuando la vemos descrita en la pantalla.


Fuente: http://www.cineyletras.es/Critica/critica-de-mi-semana-con-marilyn.html

La Hora Cero







Un largometraje de acción pura y con dobles de riesgo, es la ópera prima de Diego Velesco, un realizador venezolano que previamente había demostrado su talento con una serie de cortometrajes que realizaron grandes recorridos en festivales internacionales. La Hora Cero ha logrado acumular más de 410 mil espectadores, convirtiéndose en uno de los films más vistos en la historia de su país con un total recaudado en dólares de 3,947,360 en 24 semanas de exhibición.

Este film nació del gusto del director por este trepidante género y de ahí su historia sobre un hombre muy malo que hace algo bueno por alguien más. Pero para hacer aún más especial su exigente largometraje, se apoyó en la compañía de efectos especiales FX Stunt Team, ubicada en Argentina y reconocida en este campo tanto en Cine como en Televisión.

2 Cámaras Red One, 9 semanas de rodajes en exteriores que incluyen muchas persecuciones y un total de 180 escenas son algunos de los sorprendentes detalles de esta producción que ha sido seleccionada en la recién creada categoría “Box Office” en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara que se llevará a cabo desde mañana 25 de Marzo al 01 de Abril de 2011. La categoría esta destinada a aquellos largometrajes que han alcanzado, en sus respectivos países, una taquilla de destacar. Sandra M Ríos, la directora

Vibrante y entretenido
Esta es la historia de La Parca (Zapata 666), un sicario que se ve obligado a secuestrar una clínica privada para salvar a Ladydi (Amanda Key), el amor de su vida. No tardan en llegar los policías y con ellos los curiosos y un circo mediático. Con toda la conmoción afuera, La Parca se da cuenta que si bien salvarle la vida a Ladydi será difícil, escapar con sus secuaces será imposible.

¿Reflexión sobre la Venezuela de los últimos 20 años? ¿Vibrante Thriller de acción que solo pretende entretener? ¿Una mezcla de ambas? es difícil saber a ciencia cierta cual es el camino principal que pretende recorrer esta película que al igual que la exitosa “Hermano” de Marcel Rasquin ha calado de forma magnífica dentro del público venezolano.

Es mejor analizarla dentro de las 3 vertientes que conseguí captar de la misma: primero como una reflexión sobre la Venezuela de los últimos 20 años; en este aspecto nos muestra un país en huelga, con políticos corruptos, prensa amarillista donde de cierta forma se justifica la figura del delincuente o de como el ciudadano común puede llegar incluso a mitificar a un “malandro” amparado en la injusticia social; en este aspecto todo parece bien reflejado pero la cinta se queda en eso de manera superficial, además, no ofrece posibles respuestas y prácticamente termina justificando que es mejor matar o “eliminar” un problema que intentar reflexionar sobre el y que dada la injusticia del sistema social queda mejor robar, matar o incluso hacer huelga que trabajar; a diferencia por ejemplo de “Hermano”, donde dentro del mismo contexto muestran un grupo de personas que día a día salen a trabajar de forma honesta y da ese hilo de esperanza inculcando que, haciendo las cosas bien. puedes salir adelante a pesar de las adversidades (a mi parecer sin caer nunca en el almibaramiento barato); asi que digamos que en este primer aspecto, la película muestra su punto de vista de manera eficaz pero hace poco o nada por desarrollarlo y creo que termina pecando de ambigua.

Desde el punto de vista de thriller de acción, la película si que cumple y con creces, probablemente estemos ante la película venezolana con las mejores secuencias de acción jamás vistas, el ritmo es trepidante, no ofrece ninguna tregua, y aunque ciertamente caemos en todos los tópicos de las cintas de secuestros (recordemos a Tarde de perros de Sidney Lumet y Mad City de Costa-Gavras) dichos clichés estan llevados con solidez, la edición es de primera y todos los demás aspectos técnicos están bien conseguidos, los actores muestran su carisma y algunos de ellos están muy bien como Erich Wilpret, Marisa Román aporta su talento y cumple, Laureano Olivares en lo personal, no me impactó mucho pero puedo ver que es de los personajes que más ha calado en el público, Albi de Abreu está gracioso, Zapata 666 cumple con la responsabilidad de llevar sobre sus hombros el peso de la película, aunque personalmente debo reconocer que el actor que más me ha gustado es Alejandro Furth. A pesar de los clichés del género, el momento “Jose Luis Rodriguez”, que en lo personal no me ha gustado nada, la película triunfa como thriller de acción, con escenas de alto riesgo estupendamente conseguidas y una historia que se sigue con interés.

¿Pero está bien dejar todo como un simple thriller de acción y obviar los distintos mensajes que tiene implícitos? pienso que no es correcto; por lo que en general esta opera primera de Diego Velasco (el cual ya tiene dentro de sus palmarés un cortometraje pre-seleccionado al Oscar) me ha gustado, me ha entretenido y me han llegado y emocionado en sus momentos vibrantes, aunque en los temas sociales que toca, se queda muy en la superficie o no termina por definir una postura definitiva.

Se trata sin duda de un paso adelante en la cinematografía nacional, cuando menos a nivel técnico y de entretenimiento.


Fuente: http://www.cinevistablog.com/resena-la-hora-cero-cine-venezolano-de-accion-pura/

Crimen en Familia - All Good Things



















El cine y la literatura, históricamente se han valido del amor para explotar su potencial al máximo. Y muchas veces se han dedicado a retratar esos amores que cualquiera de nosotros desearíamos vivir, el famoso “amor de película”: caóticos pero de ensueño (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos), parejas en las que sólo importa el amor (Diarios de una pasión), amores perturbadores pero amores al fin (Frida), etc. Esos amores que son tan perfectos e irreales que sabemos que en algún momento se derrumban y cae el velo que descubre la realidad. Y es muy común de estos amores tan intensos ver cómo se pasa instantáneamente del amor al odio, del amor a la muerte. Crimen en familia (All good things, Andrew Jarecki, 2010) es un combo de estos ingredientes tan usados en el cine: amor y crimen.

Basándose en hechos reales Crimen en Familia cuenta la historia de David (Ryan Gosling), hijo de un millonario (Frank Langella), que vive una vida sin objetivo y que nunca ha podido superar el suicidio de su madre. Al conocer a Katie (Kirsten Dunst), una joven sencilla, amorosa e inteligente, cambiará sus hábitos y juntos construirán un matrimonio casi perfecto. Hasta que David comenzará a comportarse extraño, sospechoso, a aislarse, a ser violento y las cosas no irán nada bien entre la pareja. Dentro de estos hechos se producirá la misteriosa desaparición de Katie, de la cual David será el principal sospechoso.

Este es el tipo de películas que suelen sorprenderme gratamente: con un argumento ya visto y trillado y no mucha difusión, se logran productos interesantes e innovadores. Creo que lo más destacable del film está en la construcción del personaje de David, que Gosling lleva de maravilla, creando un carácter sumamente oscuro, enigmático y escalofriante. A partir de la figura de este personaje se estructurará el relato subyacente sobre la relación contradictoria pero real entre amor y muerte. Desde su primer amor (su madre) David lo verá corrompido por la muerte, por una brutal y de la cual él será testigo directo; al encontrar nuevamente el amor en Katie (ya que con su padre mantenía una relación pésima), cuando todo parece ser perfecto y parecen estar viviendo en un sueño, su carácter empieza a mutar y en ese quiebre es donde entra en escena el crimen. Es bastante llamativo cómo la atmósfera del film va adaptándose al gradual desarrollo de la nueva faceta que el protagonista va dejando ver: al principio, la película tiene una iluminación clara, con un tono vintage y muchas de las escenas son al sol. De a poco, desde la casa que compran, los ambienten van siendo más sombríos y muchos de los sucesos más tenebrosos suceden lógicamente por la noche. El desencanto de a poco va llevando al odio, lo que era el mismísimo paraíso se convierte en un infierno del cual es imposible salir.

Katie que se presentaba como una chica pura, inocente, bella, irá también mutando su carácter a partir de los sucesos violentos que comienza a vivir: su personaje, todo un ideal romántico, se convierte en sombrío: la chica que antes tenía un maquillaje más que sutil y vestía naif, luego será adicta a la cocaína, se pintará los ojos de negro y vestirá como millonaria arrogante.
Realmente todo el suspenso que contiene el film (que no es poco, pero no es el tradicional hollywoodense) es creado a partir de estos cambios progresivos que van oscureciendo los caracteres y creando un verdadero thriller psicológico. Mientras que el agregado de “historia real” le aporta aún más escalofrío a la historia. Pero es muy interesante el hecho de que no haya escenas muy gráficas de los crímenes, sino que justamente el suspenso se construya a partir de los caracteres, y que el odio entre ellos vaya creciendo inminente, con el disimulo y ocultamiento de por medio. Cada personaje nos da la sensación de estar llevando a cabo una estrategia de venganza que puede dar el zarpazo en cualquier momento, lo que nos mantiene permanentemente expectantes. Y en relación a esto puedo decir que el espectador es inevitablemente arrastrado por esta intensa historia (o por lo menos en mi experiencia) que primero lo endulza y luego lo va invadiendo con un sabor amargo y lo hace entornar los ojos ante los sucesos morbosos e inesperados y lo hace tomar un lugar en la batalla psicológica que se libra en la pantalla.



Fuente: http://www.indiehoy.com/cine/crimen-en-familia-hasta-que-la-muerte-nos-separe/

jueves, 23 de febrero de 2012

Inmortals - Inmortales




Hace veinte años me asombró la novedosa estética visual que el artista y director Tarsem Singh empleó en algunos memorables videos musicales y comerciales de los noventas. Sin embargo, cuando Singh finalmente dirigió una película resultó ser un desastre narrativo, pero, eso sí, repleto de impresionantes imágenes que aún perduran en mi memoria. Algunas personas opinaron que el estilo visual de The Cell bastó para hacerla una buena película, pero no me encuentro entre ellos (aunque respeto su opinión). Y sospecho que ocurrirá lo mismo con Inmortales, nueva cinta de "acción mitológica" con la que Singh pretende triunfar donde fracasaron Conan the Barbarian y el re-make de Clash of the Titans. ¿Lo consigue? Creo que no, pero eso no le impide ser entretenida y, desde luego, visualmente impactante.

El argumento de Inmortales emplea una densa sopa de mitología griega para contarnos la historia de Theseus (Henry Cavill), un virtuoso y valiente hombre involucrado accidentalmente (¿o será voluntad divina?) en la cruzada del maniático Rey Hyperion (Mickey Rourke), quien pretende liberar a los Titanes de su eterna prisión bajo el Monte Tartarus para que eliminen a los Dioses del Olimpo, sus enemigos mortales (o, mejor dicho, inmortales, jo, jo). Y si Hyperion logra capturar en el caos de la batalla una poderosa arma que le permitirá dominar el mundo, pues qué mejor.

Asumo que cuando Tarsem Singh vio 300 la tomó como una afrenta personal y un reto para superarla en todos sentidos. Y eso es lo que intentó con Inmortales... otro refrito del género "peplum" (también conocido como "cine de sandalias y espadas") filtrado a través de una sensibilidad hiper-artística y rebuscada, que no quedó satisfecha hasta que cada pixel de la pantalla fuera opulentamente sobre-diseñado (en color dorado, de preferencia), y cada pelea fuera elegantemente coreografiada en cámara lenta, con mórbida atención a cada chorro de sangre y a cada músculo de los varoniles guerreros griegos que, en distintas circunstancias, no estarían fuera de lugar como "backup dancers" en algún aparatoso video de Lady Gaga.

En lo que respecta a la historia, podemos esperar las habituales fórmulas empleadas como un fin por sí mismas, y no como herramientas para contar una historia coherente. Desafortunadamente Singh muestra tan poco interés en el desarrollo de los personajes que hasta los más rimbombantes clichés se sienten blandos y carentes de energía, ya sea la pelea inicial entre Theseus y los soldados (para demostrar que es un tipo sensible, pero sabe defenderse cuando insultan a su mamá), o los trémulos monólogos de Hyperion, tan ridículamente solemnes y confusos que sus víctimas seguramente dan gracias cuando el obsesionado rey finalmente se digna matarlos. Por cierto, me temo que este no es el Mickey Rourke de The Wrestler, sino el bizarro hermano gemelo que vimos fuera de control en Iron Man 2 y Domino.

Y ya que estoy quejándome de los actores, necesito expresar mi temor por el papel (o papelón) que hará Henry Cavill como Superman en un par de años. Sin duda tiene rostro esculpido en granito y cuerpo de atleta griego... pero, caray, hasta en las más intensas escenas parece un recorte de cartón, incapaz de transmitir sus emociones al espectador (esperen a ver su discurso inspirador antes de la gran batalla... ¿"Pelearemos por los niños"? Sparta, tenemos un problema). Sinceramente espero que Zack Snyder sepa lo que está haciendo. En fin, volviendo al punto, el resto del elenco de Inmortales (con la posible excepción de John Hurt) se limita a repetir sus líneas y servir como maniquíes vivientes para lucir los caprichos de alta costura de Singh, quien prefiere usar el cuerpo humano como elemento de diseño, y no como vehículo de personajes con los que pudiéramos identificarnos.

Sin embargo, como dije al principio, el derroche de estilo en Inmortales es tan abrumador y la acción tan sangrienta que podría distraernos durante casi dos horas, siempre y cuando nuestro cerebro coopere y abandone la esperanza de ser estimulado por una historia interesante. Entonces, si les parece atractiva la idea de ver una película que combina a Frank Frazetta con el más extravagante “pictorial” de Vanity Fair, vean Inmortales, y quizás terminarán apreciando sus virtudes superficiales. Solo recomiendo llevar al cine algo para leer durante los tediosos diálogos. Excepto lo de Mickey Rourke... esos son el "comic relief" y no hay que perdérselos.

Fuente: http://imagenennegativo.blogspot.com/2011/12/inmortales-immortals.html

Tres Metros Sobre el Cielo



Pocos argumentos se me ocurren para calibrar sutilmente y sin deslizarme por los terrenos farragosos de la indignación (y consecuentemente, a la descalificación más furibunda) lo que supone una desgraciada muestra más del cine español para adolescentes que causa sensación en taquilla y espanto en el resto del público. Si ya el año pasado tuvimos un adelanto con ese engendro sin parangón titulado Mentiras y Gordas, curiosamente guionizado por nuestra flamante Ministra de (in)Cultura, Ángeles González Sinde; ahora nos llega Tres metros sobre el cielo, otro burdo intento de cosechar la plusvalía anual de un cine patrio que agoniza entre el marasmo de estrenos norteamericanos y la desidia de sus propios productores.

La fórmula es bien sencilla; se seleccionan algunos de los rostros más conocidos del panorama televisivo juvenil, toda una cantera de actores perecederos con escaso valor artístico; los cuales son exhibidos cuan fauna de circo para provocar los suspiros de deseo de legiones de jovencitas con las hormonas desatadas; se elabora un guión estándar que no elude los tradicionales clichés del género romántico aunque actualizados con las últimas tendencias en lo que, supuestamente, interesa a los adolescentes; se contratan los servicios de un equipo técnico, con director a la cabeza (en este caso Fernando González Medina), con escasos escrúpulos ante su prostitución como artistas devenidos en proletarios; y se agita con fruición, con ritmo de videoclip, efectos sonoros de discoteca y almizcle para edulcorar una trama tan previsible como decididamente infantil.

Cabría reflexionar acerca de la idoneidad de un cine que, producto de su carácter masivo, influye de forma decisiva en el desarrollo de las conductas de los más jóvenes y puede desembocar en patrones de comportamiento inadmisibles dentro de una sociedad avanzada. Por ello, en esta crítica no llevaré a cabo una análisis estrictamente cinematográfico de la película en cuestión, pues de cualquier modo su convencionalismo y falta de pretensiones artísticas tampoco nos conduciría a lugar alguno; sino que ahondaremos en los dilemas subterráneos que plantea y las dinámicas censurables ofrecidas en envoltorio de color de rosa a su público objetivo.

El crítico de El País y Fotogramas, Jordi Costa, ya alertó hace algunas días en su crítica de Tres metros sobre el cielo del fascismo subyacente que la historia ideada por el prolífico escritor italiano Federico Moccia deja entrever ante una atenta observación. Moccia ha sabido construir todo un universo literario para adolescentes, preferentemente femenino, que entronca con las más retrógrados patrones de conducta heredados de tiempos pasados y que coloca a la mujer como un mero objeto de deseo pasivo ante la posición imperante del macho.

La película que hoy comentamos (sin entrar en el espinoso debate de su correspondencia con el original literario) retrata de forma implacable esta idea a través de un personaje masculino detestable, violento, misógino, incorregible, una suerte de bestia indomable que, no obstante, seduce a la chica buena y responsable con más músculo que corazón. Y es que al principio, cuando la atracción física ciega el entendimiento, todo parece ser una buena excusa para reformar a una persona que aparentemente lo ha pasado mal (aquí ni siquiera es creíble la justificación a la desatada conducta del chico), se conserva esa esperanza irracional y se toleran situaciones difícilmente admisibles por una mujer independiente. Los problemas surgen cuando la pasión remite, los problemas llegan, y la dulce y comprensiva chica comienza a recibir las palizas que la llevarán a un infierno personal. La violencia de género es un asunto extremadamente grave para el que no se hallarán soluciones con vacuos actos políticos de repulsa; el camino a su erradicación se inicia en la educación responsable y la denuncia de comportamientos machistas, curiosamente como los que se legitiman en esta abominable muestra cinematográfica fascistoide, maniquea y asombrosamente absurda.

Como una ridícula revisitación del mito Grease, aunque con menos brillantina y cursilería y más cuero y violencia gratuita, Tres metros sobre el cielo nos traslada a los lugares comunes de la “juventud de hoy en día”, es decir, las carreras de motos ilegales y las fiestas salvajes. Como vértice de este paradigma simplista y disparatado que pretende ilustrar a los jóvenes, emerge la figura del macho alfa de la manada, hipermusculado, con una curiosa alergia al algodón de su camiseta (ya que aparece poco con ella) y el rostro del anhelado ex-protagonista de la serie Los hombres de Paco, Mario Casas. Una elección acertada a tenor los suspiros nerviosos y la hiperventilación risible de la nutrida afluencia de jóvenes en la sala de cine, ya fuese cuando exhibía su cuerpo desnudo o cuando golpeaba con saña a sus numerosas víctimas (aunque siempre con la misma cara de macho desquiciado). No se puede decir lo mismo de su reverso femenino, interpretado por María Valverde, una actriz que encandiló a muchos en su debut en

La flaqueza del Bolchevique pero que se ha ido deslizando a terrenos progresivamente más cuestionables hasta desembocar en el fango más denso, como muestra su incapacidad para ser creíble en esta película.

Sorprende de Tres metros sobre el cielo su clamorosa ausencia de moral. En ningún momento se reprende, aunque de forma velada, la conducta delictiva de su protagonista o la violencia extrema mostrada sin paliativos. Esto es un cine que repugna, que conecta con los instintos más bajos del ser humano, que ofrece una visión tremendamente peligrosa a su público adolescente frágil e influenciable. Es condenable la irresponsabilidad de unos productores (y creadores) que miran de soslayo a la pantalla distraídos por las cifras de la calculadora y el tintinear de las monedas. Es vomitivo el resultado, una película que se vanagloria de su absoluta falta de principios, que bucea en los resquicios de un pseudogénero establecido al calor de la previsión de beneficios, que no lleva a preguntarnos cómo hemos llegado hasta aquí, hasta este pozo sin fondo que es la dictadura de la ignorancia y la apocalíptica sentencia al buen gusto.

Finalmente, me he rendido a la indignación.

Lo Mejor:
- Que, después de todo, termina.

Lo Peor:
- Su falta de moral, maniqueismo, machismo, derivas fascistoides, una puesta en escena convencional, una despreocupada y flagante apuesta por ganar dinero a toda costa.

Fuente: http://www.nosologeeks.es/2010/12/04/critica-3-metros-sobre-el-cielo/

Hugo - La invencion de Hugo Cabret




Martin Scorsese tiene fama de ser un gran director de films que no son para todos los géneros. La mayoría de sus obras maestras como Taxi Driver, Goodfellas o Toro Salvaje son para un público mayor donde se retratan temas más oscuros y marcados por una cruenta cuota brutal; pero ya a sus 65 años realiza una obra totalmente diferente y ajena a sus producciones, distinta en forma y fondo pero que lo consagra como un enorme cineasta.

Hugo narra la historia de un niño huérfano que vive escondido en una estación y se ocupa de arreglar relojes. Se verá envuelto en una misteriosa aventura cuando intente reparar un robot estropeado. Un día conoce a una chica (Chloë Moretz) que tiene la llave que podría resolver el misterio del robot... El guión adapta un libro infantil que ganó el premio Randolph Caldecott en 2008.

Cuando me enteré del film no me llamaba la atención lo suficiente, es más, pensé que sería una película que no lograría trascender por ser un estilo ajeno a lo que este mítico director ha elaborado; pero tras un muy interesante trailer y un par de reseñas previas consiguió atraerme lo suficiente para visionarla. ¿El resultado? Insuperable.

Hugo es Cine, es vida, es magia, es fantasía. Somos transportados a vivir una aventura única donde los inicios del séptimo arte forman la parte trascendental del film y su construcción ayudados de la aventura que comienza un niño huérfano y su amiga recién conocida logrará tocar el corazón hasta del más duro. Una película tan humana como profunda.

Scorsese logra un trabajo de dirección enorme, quizás su mejor trabajo en los últimos 20 años. Sabe tocar la fibra emocional en el momento preciso y evoca la sonrisa y el suspenso a partes iguales sin desperdiciar nada.

Hugo habla sobre la soledad y la frustración, sobre el vivir los sueños, sobre creer el propósito por el cual se existe y se lucha. Hugo dice "Es mi última oportunidad de funcionar" en un momento de la película, un niño que no tuvo la fortuna y el placer de disfrutar de una compañía materna, pero que su único ídolo fue su padre, quien luego falleció sin siquiera decirle adiós. Hugo creció a escondidas, siendo un sobreviviente más en la estación de trenes de la ciudad Luz a expensas de lo que pueda suceder y lo que el destino tenga para él. Pero Hugo Cabret es brillante, perspicaz y ambicioso el buen sentido. Tiene orgullo y a la vez es humilde, ha forjado su carácter en un mundo donde el más sabido logra sobresalir. Scorsese nos hace parte de esta historia empezando con un prólogo de lo mejor en años, y luego volviendo a cautivar con cada fotograma. Hablando de sueños Hugo tiene la sutileza y la inteligencia de presentarnos a diferentes personajes marcados por algo en particular, esta vez, sueños frustrados. Hugo es un niño que a temprana edad le han roto las esperanzas de creer en algo, pero aun no se rinde, busca la manera de descubrir un secreto que piensa ser la clave de algo importante en su vida, y desde un inicio a contrapartida, al personaje de Ben Kingsley le intuimos que también ha perdido algo en su vida, algo del pasado que lo ha marcado con desdén, juntos en universos diferentes buscan cumplir sus sueños, recuperarlos y vivir en ellos.

Hugo habla sobre traspasar barreras y las limitaciones. Con constancia y sin desentonar el sentido del film, presenciamos cómo diversos personajes deben lidiar con sus "problemas" para conseguir lo que desean, lo que al final logran beneplácitamente.

Hugo es cine en todos sus minutos, todas sus escenas están propuestas y marcadas con una sensación de estar disfrutando de una mezcla de lirismo y creatividad a porciones iguales.

Es el mejor homenaje al cine desde la maravillosa Cinema Paradiso (ni siquiera The Artist con todos su premios emula con gran tacto la magia de esta película).

Asa Butterfield y Chloe Moretz son los encargados de transportarnos a esta aventura simpática que se vuelve cada vez más vibrante. Ambos se lucen, en especial el primero, que interpretando a Hugo logro interpretar que tiene un prometedor futuro como actor. Ben Kinsgley está notable al igual que Helen McCrory y Sacha Baron Cohen.

El guión está plagado de hermosa frases, tal vez en conjunto a muchos les parezca predecible, pero por separado en momentos exactos tiene el enganche y el encanto preciso y necesario: "Si alguna vez preguntan de dónde vienen tus sueños, mira a tu alrededor" o "Ven y sueña conmigo", definitivamente calan en los sentidos más recónditos de todo buen cinéfilo que se preste.

Y la ambientación se soberbia. En años he visto una ambientación igual a la que se recrea en Hugo. Dante Ferreti hace un trabajo superior y el vestuario de Sandy Powell es notable (Oscar ya!); y Howar Shore consigue plasmar una banda sonora perfecta para la película con temas constantes llenos de vida y esplendor que aúnan singificativamente el valor que el film posee.

Hugo es una obra maestra trabajada con pulso y atino. Un encantador recorrido por los orígenes de nuestra pasión, el cine, que no desentona ni por un momento y convierte lo que a principio parece infantil, en una muestra clara y contundente del poder de las imágenes, de que el cine es magia, y una magia que vive.

¡No se la pierdan por nada! Disfrútenla como si fuera una más, pero terminarán encantados y tocados como yo.

Tiene 11 nominaciones al Oscar, si por mí fuera no dudaba en darle todos.

La Piel que Habito




En La piel que habito (2011), un Pedro Almodóvar de lo más inspirado nos ofrece su versión del mito de Pigmalión, en clave perversa y esperpéntica, apoyándose en el texto del escritor francés Thierry Jonquet.

Aunque se trataba de un proyecto que llevaba varios años rondando en la cabeza del cineasta manchego –trasladar a la gran pantalla la novela negra Tarántula (Mygale), publicada en 1984–, esta película ha sorprendido a propios y extraños. Presentada en Cannes y estrenada en España a principios de septiembre, La piel que habito se revela como una particularísima revisión de los estándares del género de terror, concretamente de la variante dedicada a los "mad doctors", aquellos científicos locos con ínfulas de dios que satisfacen su ambición a golpe de bisturí, microscopio o probeta.

El filme relata la retorcida historia de Robert Ledgard (Antonio Banderas), un prestigioso cirujano plástico inmerso en una investigación revolucionaria: la creación de una piel artificial resistente a las agresiones. Lo que no saben sus colegas es que el brillante doctor empleará todos los medios que estén en su mano, incluido el uso de una cobaya humana, una praxis inmoral justificada no solo en nombre de la ciencia, sino también en el de una oscura y retorcida venganza.

Una mezcla de géneros, pero sobre todo terror

Como declaró el propio autor, La piel que habito es un "intenso drama que a veces se inclina por el noir, a veces por la ciencia ficción y otras por el terror"¹, un popurrí de géneros que en ningún caso deja de lado el humor (negro) que caracteriza a su obra, en esta ocasión especialmente vitriólico. Como suele ser habitual en su cine, Almodóvar combina los momentos a caballo entre lo camp y lo netamente esperpéntico –por ejemplo, todos los relativos al personaje de Roberto Álamo, empezando por su improbable disfraz de tigre juguetón– con el melodrama de corte folletinesco y el terror.

Un terror que no se basa en sustos: en ningún momento la película trata de meter miedo al espectador ni de someterle a una situación de tensión constante. Tampoco se deja llevar por los excesos del torture porn, desdeñando recrearse más de lo necesario en las prestezas quirúrgicas del protagonista. Pero sí de un terror que se infiltra de forma insidiosa, alimentándose de una atmósfera malsana y de unos personajes extremos, entre los que destaca el científico encarnado por Banderas. Frío, despiadado, brutal, el doctor Ledgard es –en palabras del cineasta manchego– "un hombre que encarna el abuso de poder más absoluto, sin ningún escrúpulo. Un ser terrible que se cruza con otro personaje con una capacidad indescriptible de supervivencia y al que somete a unas pruebas que yo no había pensado que podría escribir jamás"².


De científicos locos y sus creaciones femeninas

Claro que si el doctor es un personaje extremo, también lo es su hermosa creación: Vera, un papel concebido inicialmente para Penélope Cruz y desempeñado finalmente por Elena Anaya. La actriz palentina luce como nunca en esta película y su piel –retocada digitalmente– le otorga una belleza casi sobrenatural.

Almodóvar, también autor del guion, consigue integrar en su personalísimo universo la turbadora historia del novelista francés, alternado los nombres de los protagonistas y muchos de los acontecimientos pero conservando intacta la esencia perversa y vengativa del original. El Richard Lafargue literario se convierte en Robert Ledgard y su prisionera Ève, llamada no en vano con el nombre de la primera mujer bíblica, en la igualmente hermosa Vera.

El director y guionista fusiona el original con múltiples referencias. El comienzo, con el personaje de Banderas dando una conferencia, es un guiño a la obra de culto Los ojos sin rostro (Les yeux sans visage, 1960). En esta pequeña joya dirigida por el francés Georges Franju un cirujano plástico (Pierre Brasseur) trata de restituir la belleza de su hija (Edith Scob), desfigurada en un accidente de coche, mediante un transplante completo de rostro, lo que implicaba arrancar la cara –y la vida– de pobres muchachas que actuaban como donantes involuntarias.

Recreando a la esposa muerta

La piel que habito no solo se nutre de este clásico, también de otros filmes –con clara vocación sexploit– situados tras su estela como La rosa sangrienta (La rose écorchée, Claude Mulot, 1970) o La mano che nutre la morte (Sergio Garrone, 1974). Al igual que sucede en estas dos películas, el rostro y el cuerpo de la mujer de Ledgard –un personaje inexistente en la novela– serán gravemente dañados por el fuego; si bien el doctor no será capaz de recomponerla, esta desgracia marcará sus futuras investigaciones.

De hecho, el habilidoso cirujano pondrá a Vera el rostro de su fallecida esposa, un detalle nada baladí incorporado por Almodóvar que entronca La piel que habito con la amplia tradición artística y literaria de muertas –o desaparecidas– veneradas y (re)creadas por sus viudos desconsolados, que ha dado productos cinematográficos como Stolen Face (Terence Fisher, 1952) y Vértigo. De entre los muertos (Vertigo, Alfred Hitchcock, 1958). Aun siendo el blanco de una retorcida venganza, la bella y enigmática Vera se sumará al panteón de creaciones femeninas amadas a la vez que odiadas, modeladas, objetualizadas y esclavizadas por parte de misóginos Pigmaliones.

Fuente: http://www.cineyletras.es/Critica/critica-de-la-piel-que-habito.html