jueves, 16 de febrero de 2012

The Artist - El Artista




Dirección: Michel Hazanavicius M. Hazanavicius Guillaume Schiffman M. Hazanavicius, Anne-Sophie Bion Ludovic Bource Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Anne Miller Alta 100 minutos Mayores de 12 años

El francés Michel Hazanavicius escribe y dirige una hermosísima carta de amor al cine clásico.

Reconozco que no me resulta fácil escribir de The artist, y no precisamente porque sea una mala película o porque no me haya gus­tado, sino porque -a priori- es de ese ti­po de películas con muchas estrellas que ha­cen arquear las cejas del lector y descartar­la bajo la categoría "de cinéfilos".

The artist es una película en blanco y negro y muda que habla de cine. Es decir, uno de esos productos que enamoran a la crítica y que suelen espantar a los espectadores. Sin embargo -conviene dar este dato cuan­to antes- The artist ha ganado el premio del Público tanto en el Festival de San Se­bastián como en el Festival de Cine Euro­peo de Sevilla. Algo tiene una película cuan­do el público la vota.

El francés Michel Hazanavicius ha rodado una bellísima carta de amor al cine y pa­ra eso ha escrito una historia poco original -todo hay que decirlo- sobre un famoso actor al que le cuesta dar el salto del cine mu­do al sonoro y una joven que se convierte en estrella precisamente gracias al sonido. Lo interesante en The artist no es el argumen­to -varias veces visitado en la historia del cine- sino los recursos de lenguaje ci­nema­tográfico que Hazanavicius utiliza. El rea­lizador francés ha querido rodar no só­lo con las limitaciones que había hace 80 años -sin sonido, sin diálogos, en blanco y ne­gro- sino también con el entusiasmo, el op­ti­mismo y la ingenuidad de esos años cuan­do el cine era magia, vida. Cuando las his­to­rias y los personajes se construían con sen­cillez, a partir de pasiones humanas muy básicas -el amor, el odio, la vanagloria, la envidia- pero quizás más verdaderas por más reconocibles. Cuando el director de ci­ne era un artesano que mimaba cada plano por­que no había efectos especiales que relle­naran un despiste y cuando el actor ensa­yaba cada gesto porque la película era eso, él, su gesto.

Hazanavicius ha dirigido esta película con­virtiéndose él mismo en un antiguo direc­tor de cine y ha cuidado cada escena -dibu­jando un complejo story-board-, ha traba­jado al detalle la iluminación, ha ensambla­do con maestría una expresiva banda sono­ra, ha seleccionado unas estupendas loca­lizaciones y ha dirigido con brillantez a sus intérpretes.

Y le ha quedado una película bellísima, que conecta con el mejor cine clásico, que ha convencido a la crítica y ha deslumbrado a los espectadores.

Fuente: http://www.filasiete.com/criticas/the-artist

The Rum Diary - Los Diarios del Ron



Aunque suceden muchas cosas en The Rum Diary, nada verdaderamente “pasa” y creo que me explico. Los personajes son colocados en situaciones que uno presume se convertirán en algún momento en algo que se asemeje a una trama, pero la misma nunca cobra forma, simplemente continúan “pasando cosas”, sin rumbo, desarrollo dramático ni mayores consecuencias, durante 120 interminables y aburridísimos minutos.

El filme adapta la novela homónima de Hunter S. Thompson, autor cuya prosa no es particularmente cinematográfica. El director Terry Gilliam supo cómo llevar la voz de Thompson a la pantalla grande en Fear and Loathing in Las Vegas, película que no será del agrado de todos y cuyas virtudes como adaptación literaria ciertamente son debatibles, pero es incuestionable que el espíritu del padre del periodismo Gonzo está presente en ella.

The Rum Diary llega ahora a los cines apadrinada y protagonizada por Johnny Depp, quien estableció una estrecha amistad con Thompson en los últimos años de su vida. La megaestrella de Hollywood fue la encargada no sólo de que esta película se viera realizada, sino además de la publicación del libro en 1998. Para adaptarlo y dirigirlo, Depp buscó a Bruce Robinson, cineasta británico cuyo último largometraje fue Jennifer Eight, hace 19 años. Infieran por eso lo que quieran.

El gran ausente de The Rum Diary es precisamente su autor. Thompson escribió el libro inspirado en las experiencias que vivió cuando intentó ser un periodista en Puerto Rico en los años 50. La novela se lee, tal y como dice su título, como un diario, pero el guión de Robinson no cuenta con un narrador, removiéndole toda su perspicacia. El protagonista, “Paul Kemp” (Depp), álter ego de Thompson, llega a la Isla como un novelista que no encuentra de qué escribir. Nada sorprendente, ya que Depp lo interpreta como la persona más insípida del mundo, y no parece que haya sido intencionalmente.

“Kemp” consigue trabajo en The San Juan Star, en el Viejo San Juan, un periódico al borde de la quiebra, dirigido por “Lotterman” (Richard Jenkins). Allí conoce a otros reporteros como “Sala” (Michael Rispoli) y “Moburg” (Giovanni Ribisi), todos alcohólicos, pero quién puede culparlos: se dedican a informar sobre lo bien que lo pasan los estadounidenses en el paraíso caribeño. Mientras persigue infructuosamente historias importantes, “Kemp” se ve involucrado en un nebuloso esquema orquestado por el millonario empresario “Sanderson” (Aaron Eckhart) sobre la venta de terreno en Vieques para construir hoteles.

Ah, casi lo olvidaba. “Sanderson” tiene una novia, interpretada por Amber Heard, el necesario interés amoroso/sexual que es tan inconsecuente a la trama como todo lo mencionado en el párrafo anterior, si es que aún no los he puesto a dormir, en cuyo caso esta crítica reflejaría adecuadamente el tedio de esta producción.

Cabe mencionar que el trabajo de los actores secundarios es muy bueno. Jenkins siempre logra sobresalir por más pequeña que sea su intervención, mientras que Rispoli y Ribisi crean –con lo poco que tienen- personajes que se sienten reales y se ven como si verdaderamente hubiesen existido. Depp, por el contrario, es un huevo sin sal, tan dinámico y expresivo como un pedazo de madera. Desprovisto de una peluca o estrambótico vestuario, el actor se ve incómodo como una persona normal y corriente, como si no supiera qué hacer, o simplemente cobrando un cheque mientras las cámaras filman.

No hay un conflicto central en The Rum Diary, o quizás sería más correcto decir que hay demasiados, aunque ninguno alcanza una resolución ni remotamente cercana a satisfactoria. Es una película a la deriva, sin nada que decir, lo cual dista mucho de Thompson, quien lo decía todo directa y explícitamente. La cinta se le dedica a él al final, un gesto que no dudo sea bien intencionado por más malo que sea todo lo que lo antecede.

Fuente: http://www.primerahora.com/criticatherumdiary-blog-574308.html

Detras de las Paredes



El director irlandés Jim Sheridan, comenzó su carrera con el pie derecho al dirigir, en 1989, Mi pie izquierdo. El tiempo ha pasado y Sheridan ha sabido demostrar, con algún que otro altibajo (véase Hermanos) que es un artesano eficaz y que el drama humano es su terreno ideal. También ha sabido demostrar que, cuando se aleja por géneros desconocidos, las metidas de pata que se puede despachar son de tamaño XXL, para demostrarlo ha dirigido Detrás de las paredes, un horror de thriller.

Daniel Craig es Will Aterton, un buen padre de familia y devoto esposo, quien ha decidido renunciar a su trabajo y así pasar más tiempo con su amada familia. No solo eso, también ha comprado una casa en los suburbios, la cual sirve como refugio ideal para mantener feliz a su esposa, Rachel Weisz, y a sus dos pequeñas hijas. Como cualquier thriller dicta, no tarda mucho en romperse la paz del idílico lugar. ¿Qué se oculta al interior de la casa soñada? ¿Quiénes fueron los anteriores habitantes del lugar? ¿Por qué todo el mundo actúa tan de manera tan extraña? Y, lo más importante, ¿a cuántas películas se puede parecer este film? El resplandor, El sexto sentido, Una historia de dos hermanas, La isla siniestra, son solo algunas de las realizaciones de las cuales Detrás de las paredes toma elementos, para crear un compendio de lugares comunes, que no convencen, asustan ni mantienen vivo el interés. Y es que, aunque tengas un buen grupo de actores, si no tienes una buena historia, hasta la casa más sólida se viene abajo, partiendo por las paredes, claro.

Fuente: http://latercera.com/noticia/cultura/2011/10/1453-398518-9-critica-de-cine-detras-de-las-paredes.shtml

J. Edgar




No es J. Edgar la primera ocasión en que Clint Eastwood se acerca al biopic en su ya longevo camino como narrador de las miserias y grandezas humanas. Los tres precedentes son Bird, sobre el excelso saxofonista Charlie Parker; Cazador blanco, corazón negro, en la que él mismo interpretaba a John Huston en pleno rodaje de ‘La reina de África’ y la chirriante Invictus, en la que regresó al continente negro para explicar la importancia que tuvo Nelson Mandela en la victoria de la selección sudafricana en un campeonato mundial de rugby.

En esos films, como en casi toda la obra de Eastwood, lo más interesante es el recorrido paralelo, perteneciente al mundo de las ideas y el aprendizaje, por el que se le cataloga de forma cansina como el último cineasta clásico. La destilación del contexto histórico ha sido parte importante de ese recorrido, y se ha sentido con especial brillantez cuando en relatos como Sin perdón o Gran Torino era la identidad de su propio país la que tocaba desvelar.

En J. Edgar, esas dos dimensiones del cine de Eastwood viajan de la mano a partir de un guión de Dustin Lance Black, a cuyo peso en la autoría del film hay que darle la importancia que se merece. De hecho, el relato se organiza de una forma similar a Mi nombre es Harvey Milk, también escrita por él, partiendo de los últimos días del personaje para recorrer su vida en distintos tiempos, despreciando el orden cronológico. Los entresijos del poder y la identidad (homo)sexual son otros elementos que también encontramos y que ya formaban parte de la emotiva obra de Van Sant, en la que la reescritura fílmica era más crucial que en esta ocasión, aunque no se desaprovecha la oportunidad de mostrar el papel que ha jugado el cine en la construcción que la sociedad ha hecho del personaje y se pone en pantalla la eterna escena hitchcockiana (el hijo en pie ante la madre acostada, rindiendo cuentas), muy adecuada dada la relación edípica y obsesiva que Hoover mantiene con su progenitora.

El aspecto biográfico se divide en tres relatos, que conviven de forma satisfactoria en la película. Con la franqueza y sensibilidad propias de Eastwood, se narran los últimos días de Hoover, en los que no le faltan nuevos secretos que sumar a su archivo de chismes, mientras que el relato de sus hazañas profesionales es contado a través de lo que el propio personaje explica a su biógrafo, por lo que no faltan invenciones y fanfarronería. Por último, lo más delicado es el retrato de las intimidades de Hoover, que reflejan la paradoja de que en materia policial la sociedad recibió trascendentales avances gracias a un hombre que había hecho de la represión su modo de vida.

Al tener que abarcar frentes tan diversos, J. Edgar es una película algo distinta en la filmografía de Eastwood. El realizador debe hacer frente a un ritmo más acelerado y apenas hay espacio para esa emotividad tan cercana que suele humanizar a sus personajes y engrandecer su cine. En esta ocasión, su talento está al servicio de una figura histórica por la que logra que sintamos fascinación al tiempo que, como siempre, abre ante nuestros ojos, aunque no aparezca en la pantalla, un universo narrativo inabarcable.

Fuente: http://www.notasdecine.es/64466/criticas/critica-j-edgar/

martes, 14 de febrero de 2012

Montecarlo - Princesa por Accidente



Tres chicas jóvenes (Katie Cassidy, Selena Gomez y Leighton Meester) utilizan sus ahorros para un viaje de ensueño a París, pero resulta ser un gran desastre. Cuando deciden tomar un descanso de su gira y colarse en el vestíbulo de un hotel de 5 estrellas, una de las chicas es confundida con una heredera británica. Antes de que le de oportunidad para revelar su verdadera identidad, las chicas están envueltas en un torbellino con los paparazzi, vestidas de alta costura, romances de cuento de hadas y viviendo glamourosamente en Monte Carlo.
Fuente: http://www.cinefilo.es/peliculas/monte-carlo/19761/

Animales Unidos


Obligados a huir de su hábitat, un grupo de animales dirigido por un gallo audaz, cruza el océano en una bañera oxidada. Su destino: el Delta del Okavango, en África, uno de los últimos rincones vírgenes de la Tierra. Este paraíso natural es el hogar de Billy, un suricato hiperactivo que vive con su esposa Bonnie y su hijo Junior. Billy pasa sus días tranquilamente tocando su batería y paseando con su mejor amigo, Sócrates, un león vegetariano que ama las flores y las mariposas. En Okavango es una tradición para los animales esperar a que el agua inunde los prados cada año, y así sobrevivir al calor sofocante de la estación seca. Pero esta vez no hay agua. Billy quiere que su hijo se sienta orgulloso de él por encontrar el agua que no llega, así que, junto a Sócrates, decide adentrarse en las tierras del temido Valle de la Muerte, hogar de los temibles leopardos. Allí se encontrarán con el gallo Carlos, y juntos descubrirán una enorme presa construida para proporcionar agua a un complejo hotelero de lujo. En este resort, los animales son tratados de forma cruel, y nuestros amigos lucharán para liberarlos.

Attack the Block - Invasion Extraterrestre




Que manía tienen los alienígenas de invadir Estados Unidos. Y si no, cuando salen del país americano, se van paseando por los monumentos más importantes del mundo para ir destrozándolos a lo bestia, no vaya a ser que si no desintegran la torre Eiffel no se sepa que también atacan Francia.

Menos mal que existen propuestas originales, diferentes, como la de Attack the block de Joe Cornish, colaborador habitual de Edgar Wright (juntos han escrito Tintin o Ant-Man) y que con su debut en la dirección crea una de las películas de monstruos alienígenas más divertidas, únicas y locas de los últimos años.

Porque esta vez la invasión ocurre en un barrio marginal de Londres, donde unos chavales (que son chavales de verdad, no tíos de 25 años afeitados) con muy mala leche y cero en conducto se dedican a defender su barrio y su bloque de unos monstruoso del espacio exterior comedores de carne. El planteamiento es tan freak, funciona tan bien y está tan bien llevado que a los 5 minutos ya estás totalmente enganchado, incapaz de apartar la mirada de la pantalla y la sonrisa de la boca.

Hay varios factores que hacen de la película algo tan único y atrayente. Lo primero son los protagonistas: tanto los chicos como los (pocos) adultos que aparecen son carismáticos al 110%, cada uno tiene una personalidad marcada que los hace diferentes a los demás, hablan con un argot particular y no se cortan ningún momento en mostrar como son, con sus drogas blandas, sus trapicheos y sus delitos. A destacar los dos grandes robaescenas de la cinta, los pequeños Problemas y Caos, que no invitan más que a aplaudir en cada una de sus intervenciones.

Lo mejor de Attack the block es que, al igual que sus primas-hermanas Shaun of the Dead y Hot Fuzz (me niego a llamarlas con su nombre español), son películas puras de género. Tienen un toque de comedia grande, muy grande, pero hay mucha sangre, mucha acción y está dirigida con un saber hacer y una calidad increíble. Tiene un ritmo frenético y unas persecuciones que no son, para nada, de serie B. Además el diseño de las bestias es terrorífico, unos perros enormes sin ojos y de pelaje negro con unas mandíbulas que brillan en la oscuridad, pura energía animal que impone en cada una de sus apariciones.

Joe Cornish hace un trabajo excelente tanto escribiéndola, con el toque de humor, de crítica social y de acción para el puro entretenimiento (todo empieza a partir del minuto 3, sin tonterías), como dirigiéndola. Toma las decisiones adecuadas, nunca sobrepasa la fina linea de la parodia y no tiene miedo a cargarse a quien haga falta, desfogarse con el montaje loco y utilizar la sangre siempre que sea totalmente necesario (o no, que también).

Tiene cierta reminiscencias a la mítica Critters, en el hecho de los protagonistas jóvenes, la mezcla de géneros e incluso la forma de los monstruos (a veces parecen Critters enormes). Lo que es aún mejor es lo que la separa de aquella, y es que si bien Critters era serie B total y, para que nos vamos a engañar, con un vacío de calidad enorme (pese a su encanto), la cinta de Cornish es admirable de arriba a abajo y una auténtica maravilla del espectáculo hecho con cabeza, sentido del ritmo y control absoluto de los medios. Es un director que promete y que, esperemos, pueda seguir mostrándonos ejemplos de tan buen cine (y comedia) palomitero.

Encantará a los amantes del género, te descojonarás de risa con tus colegas y se te pasará volando; Attack the block es una de las películas más intensas, entretenidas y divertidas que uno se puede echar a la cara actualmente. La salvación británica a truños de extraterrestres mojigatos, una monster-movie como las de antes con buen gusto, calidad y amor por el género. Imprescindible instant cult classic (y me quedo tan ancho).

Lo mejor: Lo divertida, entretenida y, digamos ya la palabra, cojonuda que es.

Lo peor: No le busquemos profundidad más allá de los puntos positivos, porque no la tiene.

Fuente: http://www.aullidos.com/critica.asp?id_pelicula=9075